Escuchen mozas y mozos
aqueste romance
que aconteció a un caballero
que además de apuesto
fue un fresco.
Érase que se era
en los tiempos
de mi tatatatatatarabuela,
que había una doncellita,
la cual era muy bonita
y estaba consultando
a una margarita.
- Decidme hermosa flor,
mostradme mi destino,
¿cuál será mi camino?
¿Conoceré a un apuesto caballero
y seré amada?
¿Cómo será su cara?
- Decidme cómo será mi amado.
¿Dormirá de frente o de lado?
¿Será rubicundo de pecho profundo?
¿Será alto, será moreno?
¿Será garboso, estará bueno?
- ¿De qué color será su tez?
¿No tendrá más de tres piez?
¡Oh, contestadme,
en vuestros pétalos confío!
En estas conjeturas
estaba la doncellita,
cuando un caballero
que por allí pasaba
escuchó tales palabritas.
Y como la doncella era muy bella
decidió ir a por ella.
Y acercándose a sus espaldas,
comentó en su susurro con
voz aterciopelada de margarita:
-¡Oh, hermosa dama!
que me dais la espalda,
si os giráis veréis
a este apuesto caballero
que os espera con empero.
La dama se giro y le vio.
¡Qué gallardía!
¡Qué galantería!
¡Qué voz de pétalo de margarita!
¡Y por dios... por dios!
¡Qué hinchada parecía su cosita!
¿Por qué estáis así de apasionado
cuando ni siquiera os he tocado?
-le dijo la doncellita.
- Sólo vuestro aroma y hermosura
me provoca esta bravura,
trastornando mi alma pura,
y mis pequeñeces se levantan con creces
-le contestó el caballero.
Y la doncellita prosiguió diciendo:
-¿Qué queréis decirme
con aquestas pícaras palabrejas?
No sabéis que ya sin queja,
me entrego a vuestro
ardoroso aliento,
que de momento
suspira desde abajo
dentro de mi refajo.
¡Oh, no seáis cruel!
y dejadme probar
vuestra rica miel
-dijo el fogoso caballero
sin mucho insistir.
Ya que la dama asintió contenta
y le comentó con voz ahogada:
-Si tu aliento ya me enamora
¿qué me acontecerá ahora,
cuando vuestra osadía
me llevé detrás de ese árbol,
tal cuál como oso pardo
me arrebatéis mi doncellez?
- Os juro que no será una sino diez
las veces que
os conduciré al paraíso,
y lujurioso estaré
tan gozoso
como vuestra merced
-le respondió el caballero.
Y la doncella se fue con él
de buena gana.
E yacieron acaramelados
después de haberse desnudado.
Tras el arrebatador encuentro,
le preguntó la dama al mozo
sí quería ser su "ezpozo".
- No está en mis manos
ni en mis pensamientos
tal proyecto.
Deberéis de consultadlo
de nuevo a vuestras
queridas margaritas
-le contestó muy descarado
el caballero desalmado.
- ¿Pero no sois vos mi amado
al que tanto he esperado?
La flor me lo dijo
con su voz de margarita
-díjole la doncellita.
- ¡Pero hermosa dama
veo que sois tontita
si creísteis en mis palabritas!
¿No supisteis que eran
mis labios de caballero
los que os hablaron
y no la flor?
-alegó el seductor mozo.
- ¡Oh, qué horror!
-suspiró la bella
que ya no era
doncella.
¿Qué pasará con mi honor?
- Preguntádselo de nuevo a la flor
-le respondió el caballero
con mucha guasa.
Y ella tal cual payasa
se volvió con sus margaritas
para tener con ellas
¡algo más que palabritas!
Y el caballero picaresco,
que por supuesto fue un fresco
se alejó silbando
en su cabalgadura
después de haber tenido
la cara tan dura,
(entre otras cosas),
de cometer ésta aventura.
MORALEJA:
No consultad
a ninguna flor
si no queréis perder
vuestro honor.
Este poema está incluído en mi poemario "CANTANDO POEMAS...con alegría y picardía"
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Bueno, como dije hasta siempre. Pues he vuelto e iré poniendo entradas de vez en cuando.
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