Sentada delante de una taza de café, observa como la tarde se desliza junto a ella.
Está lloviendo en esa tarde en la que desmenuza despacio su melancolía.
La taza de café desprende su aroma, que con intensidad, se despliega ante su olfato, embriagándola del recuerdo de otras tardes, de otros aromas compartidos.
Mientras, la lluvia sigue cayendo.
Las gotas resbalan por la ventana, mojando el cristal que va empañándose cada vez más.
Se levanta un momento para observar el mundo a través de esos cristales.
Aparece borroso. Desde su altura, ella divisa las siluetas humanas empequeñecidas, corriendo deprisa algunos, cobijados bajo los paraguas otros, salteando los charcos sin parar.
Mientras, los truenos resuenan sobre el gris del cielo, que triste se abate sobre la ciudad.
Un suspiro se escapa entonces de su boca, unas lágrimas comienzan a aflorar de sus ojos, y una pena la obliga a cruzarse de brazos, como en un último intento de controlar su corazón.
Decide volver a sentarse delante de su taza de café.
Ha dejado ya de humear, el líquido oscuro le invita a que ella disuelva en este, un par de terrones de azúcar…
Y tras contemplar que no queda ningún rastro visible de ellos, se dispone a llevar la taza a su boca.
Mientras, un relámpago inunda de luminosidad por unos instantes, el lugar.
Está a oscuras. Sumida en las sombras, se resguarda de toda luz que le otorgue un poco de claridad.
Desde la lejanía del tiempo, acuden como un asalto, los recuerdos de otras tardes de lluvia, de otras tardes de café, de unas risas que ya no se escuchan, de unos besos que la llenaron de alegría.
La soledad se hizo su amiga cuando él se fue.
La amargura le dio la mano para convertirla en una figura lastimera.
Hay otros momentos en su vida, que a veces, aparecen ante ella para rescatarla de su desencanto.
Son aquellas otras tardes que salen a su encuentro, que la llaman, diciéndole que escape de su íntima reclusión en la que se resguarda.
- Camina -le dicen en su vocabulario temporal. Corre bajo la lluvia, mójate los labios con el agua de la vida, vuelve a pasear bajo los árboles, regala tu canto a los demás.
Ella intenta taparse los oídos para no escuchar…
Triste y cansada, se acaba por fin la taza de café fría. Hasta ha perdido su sabor.
Mientras la lluvia sigue cayendo, las voces de su interior le siguen aconsejando sin cesar:
-Levántate y olvida.
Nota: este relato fue seleccionado, para formar parte del libro que editó Fudación Imprimatur , de " I Premio de Relatos Cortos 2.0, convocado por la FUNDACION IMPRIMATUR". También está incluído en mi libro de relatos AROMAS DEL ATARDECER.
Íntimo relato sobre la soledad y esos recuerdos que nos asaltan en momentos en que estamos sólo con nosotros mismos. Hasta la meteorología acompaña a la nostalgia de tiempos más felices. Mientras una voz interior nos conmina a seguir adelante y olvidar.Hermoso sin duda, es como un cuadro que refleja un estado de ánimo.
ResponderEliminarMuchas gracias María, me alegro de que te guste.La verdad es que me inspiré en la canción de Miguel Bosé para escribir este texto. Me imaginé la escena y me salió la inspiración. Besos.
ResponderEliminarHilda nuestra, este relato es magia, hermoso, bien armado hasta el último sorbo frío de café.
ResponderEliminarMuchas gracias Corazón. Me alegro mucho de que te parezca hermoso. Un abrazo.
ResponderEliminarREALMENTE HERMOSO RELATO POÉTICO , CON NOSTALGIA Y CON EL TOQUE EXISTENCIAL , RECUERDOS QUE NOS PERSIGUEN EN LA SOLEDAD DEL ALMA , UN SABOR EXISTENCIAL EN TU BELLO RELATO DONDE EL TIEMPO Y LOS PENSAMIENTOS OBTIENEN SU BATALLA INTERIOR PERO UNA TASITA DE CAFÉ SERÁ SIEMPRE RELAJANTE AL ALMA , SALUDOS LINDA
ResponderEliminar